Dar laticas: sexo, besos y abrazos en Sevilla, Valle del Cauca

Publicado 3/05/2023

Andrea Sánchez Gil

Estudiante de antropología
Universidad de Caldas
andrea.2051911817@ucaldas.edu.co

Empezar por una desilusión

No, parce, la verdad eso ya no me gusta, nunca me resulta.

¿No? A mí sí me han dado besos.

Jum, usted que es de buenas.

Que las chicas y chicos que parchan en el Parque Uribe, en Sevilla, Valle del Cauca, reciban y se den besos entre ellos es importante en sus vidas. Es aún más emocionante si estos besos ocurren cuando existe algún tipo de atracción. Manuel ha regalado en varias ocasiones laticas de beso a diferentes chicas del parque, lo que le ha costado dinero para comprar los Speed Max, las Monster, los Four Loko, las polas o a veces las Coca Cola enlatadas, y el tiempo que requiere la cuidadosa tarea de despegar la anilla de la lata para que quede con la forma específica que le sirva para prometerle un beso. Ni Juana, ni Nicole, ni Alejandra, ni Any, le han dado respuesta a las laticas que él les ha regalado. Incluso, a dos de las chicas les ha dado más de una, pero hasta el momento ninguna le ha vuelto a tocar el tema, ni le ha dado la mínima señal de que por fin se la van a pagar.

Manuel dijo que ya está aburrido de que ninguna le haya respondido nunca con sus besos, y que eso de las laticas no le gustó y mejor va a dejar de hacerlo. En la conversación con uno de sus amigos al que sí le han pagado las laticas regaladas, uno puede darse cuenta de que en este cambio se necesita de suerte. Específicamente suerte de esa que permitiría que la chica a la que le regaló la latica que es de beso, quisiera besarlo en algún momento. Uno necesita ser de buenas.

Ojalá el parche no se ponga maluco

Manuel, que ha tenido la mala suerte de ser de malas, ni siquiera podría preguntarle a una de estas chicas que no le respondieron a su latica qué fue lo que pasó. Como él fue quien las regaló, él sabe y acepta que no puede reclamarles lo que al parecer le deberían, y que si pregunta por qué no se las han pagado será mal visto, tanto por las chicas, como por los otros chicos del parque que podrían enterarse de que está actuando como un intenso.

Si Manuel empieza a reclamar los besos que las chicas le deben porque le aceptaron la latica, podrían pasar varias cosas: en primer lugar, la chica a la que estuviera cuestionando se sentiría incómoda, por lo tanto, el parche de siempre en el Uribe se pondría maluco. En segundo lugar, el grupo de amigos cercanos a la chica se daría cuenta rápidamente de que Manuel la está intenseando y que se está haciendo coger pereza. Con los días, más chicos y chicas del parque se enterarían de la situación, lo que haría quedar mal a Manuel. Por otro lado, Manuel entiende que Juana, Nicole, Alejandra y Any deben querer besarlo por cuenta de ellas, a pesar de que ya hay un acuerdo mediado por la latica que recibieron. Si por alguna razón Manuel decidiera intensear a cualquiera de las chicas, estaría irrespetando su consentimiento, como me dijo Any.

Sin embargo, las cuatro chicas que no le han respondido a Manuel pero que sí le recibieron la latica, actuaron de una manera que hizo que este intercambio se tambaleara. Cada que Any recibe una latica, por ejemplo, se siente comprometida a pagarla, o por lo menos a dar una explicación en el caso de no tener la intención de dar el beso. Manuel, por su parte, estaba seguro de que en cualquier momento recibiría el pago de la latica que Any y las otras tres chicas aceptaron. Si ellas le hubieran dado una explicación, o le hubieran devuelto las laticas o simplemente no se las hubieran recibido, Manuel no se habría ilusionado y no se sentiría tan aburrido con el intercambio.

Any ahora se siente culpable porque piensa que hizo sentir mal a Manuel, pero de todas maneras cree que ya no vale la pena tocarle el tema porque él le regaló las laticas hace ya dos meses. Lo más importante en esta situación es que el parche en el parque no se ha puesto maluco, no hay rayes entre ninguna de las chicas y Manuel, todo sigue normal. La principal preocupación cuando el intercambio no resulta como se esperaba es que la comodidad entre el grupo de amigos se vea comprometida. En este caso, me cuentan Any y Juliana, que Manuel no se rayó porque es muy tranquilo, pero que cualquier otro chico podría haber reaccionado dejándoles de hablar a ellas por un tiempo, por ejemplo.

Planeación e inmediatez

Lo más importante para poder regalar una latica es saber cómo utilizar la fuerza y qué movimientos hacer para arrancar de la latica que uno necesita. Las de sexo son las que más dificultad implican, porque hay que lograr que la latica salga con el aro de aluminio que une la anilla con la lata y con el pequeño punto que las engancha unido y sin quebrar. (Foto 1) Para sacar una latica de beso, solo hay que procurar que el aro no se rompa ni se quede pegado a la lata, lo que es, por mucha diferencia, más fácil que arrancar una de sexo. (Foto 2) Y para las de abrazo, solo basta con quebrar el borde del aro y sacar la latica. (Foto 3) Para arrancar cualquiera de las tres hay que saber cómo mover la mano, cómo ir girando la latica, en qué dirección levantarla y cuándo, porque ellas van aflojando y se van doblando, dependiendo de cómo se muevan y se fuercen. Para cada una hay que saberse la maña, porque no se pueden dar el lujo de dañar una latica, no siempre hay dinero para tener más oportunidades, en especial cuando es una latica de Monster. No es necesario pedir con palabras los abrazos, los besos o el sexo porque todos en el parche saben cuál es la forma de cada latica y saben cómo sacarlas. Por lo que para aceptar una, solamente es necesario mirarla y recibirla en caso de que uno sí quiera devolver lo que corresponde.

Las laticas de beso son las que más se regalan de las tres. Las de beso y abrazo pueden darse sin estar en un lugar privado, por ejemplo, en el mismo parque Uribe sentados en el césped, en las escalas o en las bancas, muchas veces sentados en los andenes de las casas cuando se hacen visitas entre los amigos. Las de sexo, por el contrario, requieren que pueda darse un momento en el que la persona que va a regalar la latica pueda estar a solas con quien la recibiría. Para poder pagar esa latica se requiere planeación de ambas partes, en especial para encontrar el día en el que alguno de los dos tenga casa sola.  Además, regalar laticas de sexo no se hace tan espontáneamente como las otras dos, antes de hacerlo debió haber una conversación en la que se dijeran que se tenían ganas. En este caso, la latica sería eso que permite pasar de solo decirlo a empezar a planearlo.

Una amiga de Juliana y un chico, se respondían historias de Instagram, coqueteándose desde hace algunas semanas, incluso habían empezado a hablar por WhatsApp. El chico, que es uno de los skaters del parque, le había gustado a su amiga desde hace un tiempo. Una tarde, cuando todos estaban sentados en las gradas, él caminó hacia ella y le entregó una latica delante de todos. Una latica de beso. Un latica de Monster. ¿De Monster? Sí, y de las que tienen la M, de las azules. Los demás empezaron a hacerles la bulla, se reían y miraban a la chica esperando a ver si le respondía. Ella se paró, caminó hacia él, que ya se había ido a hablar con uno de los otros skaters, y le dio el beso. Hubo muchos más gritos y risas desde el grupito, en el que ya muchos sabían que se habían estado cayendo hace rato, y estaban emocionados porque por fin se habían besado.

La inmediatez de ese beso, según lo que me contó Juliana, fue porque a su amiga ya le gustaba el chico y no iba a desaprovechar la oportunidad, ella no iba a ponerlo a esperar por un beso que de todas maneras se lo hubiera dado sin latica. Además, uno se emociona cuando le dan una latica de Monster, son más lindas y casi nadie las regala porque las bebidas energéticas de Monster son más caras. Este momento podría funcionar como un ejemplo del intercambio de laticas ideal: el beso se dio rápidamente y no resultó incómodo para ninguno de los dos, la latica era más apreciada que las demás, incluso Juliana me dice que ojalá a ella le regalaran de Monster y, según lo último que pudieron contarme, la pareja del beso ha seguido saliendo y han estado hablando sobre si quieren ser novios oficialmente.

Los de buenas, los de malas y la incomodidad

Al contrario de Manuel, hay quienes han resultado ser muy de buenas para que les regalen y les acepten las laticas, quienes han tenido la suerte de que las personas a las que quieran besar o con las que quieran culiar, quieran también con ellos. Any, por ejemplo, tiene una colección bastante grande de laticas que le han regalado. A la mayoría de las laticas de beso les ha dado respuesta, pero hay algunas, entre ellas las que le aceptó a Manuel, que nunca fueron respondidas. Por otro lado, solo una de las varias laticas de sexo que le han regalado terminó en que ambos involucrados cuadraron qué día verse en cuál casa.

Tanto las chicas como los chicos pueden darse laticas por igual, sin embargo, los chicos regalan muchas más que las chicas, según Any, porque ellos siempre son más intensos. Además, ser alguien a quien le regalan muchas laticas es posible motivo de envidias y celos entre el parche, muchos desean tener la atención suficiente para poder decir que la más linda del Uribe le regaló no una, sino varias laticas de beso, o poder presumir que tiene tres o cuatro laticas de sexo esperando por ser respondidas. Michelle y Juliana dicen que Any es a la que más le caen siempre porque es la más bonita, que todo el mundo se la quiere parchar, y que por eso es a la que más le regalan laticas de todas.Ambas dicen que ojalá a ellas les cayeran tanto como a Any. Esto de que los más guapos sean los que más atención reciben, hace que haya gente a la que sea mucho más fácil aproximarse para darles una latica porque hay menos probabilidades de ser rechazados y que las acepten. Entre más atención y laticas reciba alguien, más difícil es considerar la posibilidad de que esa persona le acepte una a cualquiera, mucho menos de que sea alguien que acostumbre a ser el que las regala siempre y que nunca recibe nada. 

La cantidad de laticas que se den y se reciban es muy importante desde dos puntos diferentes: uno, tener muchas laticas, como dije arriba, hace que los demás amigos del grupo sientan algo así como una admiración, o más bien un deseo de poder recibir también tantas laticas. Por otro lado, si alguien está regalando laticas constantemente a la misma persona esta puede empezar a sentir que la situación se está tornando incómoda. La intensidad con que alguien, especialmente un chico, le da laticas a una de las chicas del parque puede empezar a alertar al grupo de amigos sobre una situación de acoso. A veces ocurre que cuando una latica no ha tenido respuesta, el que la regaló empieza a darle más a la misma persona con la intención de acumular los besos que le debe, por ejemplo. Lo común es que los que las regalan comprendan que si no hay respuesta después de varios intentos, como Manuel, hay que desistir. Cuando la situación se torna incómoda, entonces, es normal que alguno del parche o la misma persona que está siendo acosada le diga al intenso que es momento de parar. Si las laticas no van dirigidas solamente a una chica sino a varias, el chico que las está regalando tan seguido se gana la fama de que es un bandido. Y a los bandidos, por lo regular, no les ponen tanto cuidado ni los toman en serio, por lo que el compromiso con ellos a la hora de aceptarles una latica no es tan fuerte como cuando es con otro chico que es más serio.

Historias de aluminio

La cantidad de laticas que se dan y se reciben. Cómo, cuándo y dónde se regalan y se aceptan. De qué bebida enlatada fue arrancada la latica que se quiere dar. Quién se la da a quién, o a quiénes. Cuándo y cómo la latica es pagada. Qué sucede después de que la deuda es saldada. Hay que entender todo esto como un entramado de líneas que se une, que se cruza, se enreda y se desenreda constantemente desde hace algunos años en el parche del Uribe. Conocer cómo es que han logrado mantener el parche vivo sabiendo que se han dado laticas entre casi todos, que ha habido rayes entre algunos cuando una latica es ignorada después de aceptarla, que es evidente que hay envidias y deseos hacia los que tienen la buena suerte de ser de buenas para que les den laticas y que, incluso, ha habido chicos que han sido funados por ser tan intensos, es fundamental para entender el parche del Uribe.

En primer lugar, que la latica exista con una forma específica implicó que alguien supo usar la fuerza y el movimiento de sus manos para arrancarla así. Y además de esto, esa persona tuvo que haber comprado la bebida enlatada, tuvo que haber pensado en cuál de todas comprar para que la latica fuera, por ejemplo, más bonita, como las de Monster, que vienen de diferentes colores y tienen el recorte de la M o las de Red Bull, que tienen la forma del toro. Si escogió la más bonita, la persona que la reciba sabrá que quien se la regaló se esforzó más para hacerla especial. Claro, si los demás amigos ven que la latica no es de una Speed Max, que son las que más se regalan, sino que es de otra más bonita, y por supuesto, más cara, sabrán también que hay una atracción especial ahí. 

Cuando una latica se paga, el momento en el que se hace es importante también porque el tiempo que transcurra antes de que sea devuelto el beso, por ejemplo, indica qué tanto quiere la persona que la aceptó que el beso ocurra. Si ocurre inmediatamente después de que se acepta, se convierte en una historia digna de contar en el grupo de amigos, a veces, como en el caso de los que se dieron el beso en el parque delante de todo el parche, ocurre públicamente, lo que lo hace más especial. Si por el contrario, la respuesta se demora varios días o incluso algunas semanas en llegar, y además de eso la persona que va a pagar la latica decide hacerlo en un lugar donde solamente estén los dos, podría ser por dos cosas: o porque le da pena que los demás la vean besándose con esa persona, o porque tiene la intención de que suceda algo más entre ambos.

Las relaciones también pueden cambiar una vez las laticas se pagan, a veces después del beso, y mucho más después del sexo, la situación entre ambos puede ponerse rara. Esto puede suceder porque el contacto no se sintió bien y no hubo comodidad. Pero también sucede que después de pagar una latica, los involucrados pueden empezar a salir más seguido a solas y después considerar tener una relación más seria. Aunque el riesgo de que el parche cambie está más presente cuando las laticas no se responden, como está escrito más arriba. 

Antes de que Juliana empezara a regalar y a recibir laticas, Any y otras amigas le contaron quiénes les habían regalado a ellas, a quiénes se las habían aceptado y a quiénes no, cuáles chicos eran los más bandidos, y por supuesto, quiénes del Uribe son novios o se están cayendo. La unión de estas líneas con todo lo que involucra darse laticas, es lo que permite no solamente que ellos se abracen, se besen y tengan sexo, sino que es una forma muy eficaz para conocer los enredos y cuentos que han tenido, y por lo tanto, es también lo que impide que entre ellos tomen actitudes que puedan herir o hacer molestar a alguien del parche. Que ellos puedan ver las líneas, o mejor dicho, que conozcan cómo es que se han enredado todos, permite que el combo de amigos siga en pie porque existe la voluntad de actuar con cuidado de no volver incómodo el parche.

15s sin laticas de por medio

Casi a las 9.00 p.m., Rodrigo entró por la puerta del salón en el que se estaban celebrando los 15s de Juliana. En medio de la música y la voz del animador que estaba pidiendo que se prepararan para hacer el brindis por la vida de la quinceañera, Rodrigo empezó a buscar a Juliana para entregarle su regalo. Ella lo saludó muy contenta de que hubiera llegado ya, había estado preguntando por él desde hacía media hora. La fiesta comenzó, se sirvió la comida y en cada mesa preguntaron de qué licor querían que circularan las botellas durante la noche. Después de las fotos, del vals, las velas y las rosas, Juliana llegó a sentarse a la mesa con Rodrigo y Any. Mientras Santiago se encargaba de servir y dar el aguardiente, a los tres chicos se les iba subiendo el ánimo muy rápido, hasta que Rodrigo se animó a sacar a bailar a la chica de la noche. Después de eso, la fiesta escaló muy rápido, la máquina de humo se encendió y las luces de colores empezaron a bailar también por todo el salón. Todos estaban en lo suyo, cada uno con su pareja de baile o integrado en el círculo de tías y primos que cantaban las canciones aplaudiendo. En un momento de descanso, llegó Juliana ya despeinada, sudando y agitada a la mesa y dijo:

Me acabo de besar con Rodrigo.

¿Y le había regalado una latica? Preguntó Gilberto.

Nooooo, eso fue lo mejor de todo. Dijo ella muy contenta, y se fue otra vez a bailar.

Lo mejor de todo, dijo Juliana. ¿Cómo así? Claro, si no hay latica de por medio cuando dos chicos se dan un beso, no existe una fuerza más que la misma intención de querer besarse. No existe una cosa que evidencie una deuda ni un compromiso. Cuando los besos ocurren sin que deba existir una agencia sobre una latica, y por lo tanto, sobre ambas personas involucradas, lo único que hay son ganas de darse el beso. No por compromiso, no por querer guardar la latica como parte de una colección, sino porque la intención de darse y recibirse el beso nace de las ganas, nace desde adentro. Este beso sin latica de por medio sería el makruma, como bien dicen los Iku de la Sierra Nevada, porque, citando a Ferro (2012): “a partir del intercambio de makruma un individuo reconoce su propia necesidad y la necesidad del otro, como parte de la totalidad donde cada ser da, recibe y devuelve” (p. 19) Y en el caso de Juliana y Rodrigo, reconocer la necesidad de cada uno involucra, simplemente, besarse en el momento, casi con urgencia y sin tiempo para tener una latica de por medio, un beso que al parecer es más apreciado en la vida de los chicos del parque Uribe que los que ocurren cuando se dan y se reciben laticas. [1] 

Anexo de fotos (tomadas por Juliana, quien fue la que me contó y me explicó todo)

Foto 1. (Latica de sexo)

Foto 2. (Latica de beso)

Foto 3. (Latica de abrazo)

Referencias

Ferro, M. R. (2012) Makruma. El don entre los Iku de la Sierra Nevada de Santa Marta. Universidad de los Andes, Bogotá.